Vivimos tiempos muy difíciles. A nadie se le escapa esta realidad. La actualidad internacional y nacional pueden provocar hastío, cansancio, incluso desinterés; pero los cristianos no debemos mantenernos ajenos al devenir del mundo. Por otra parte, surgen con frecuencia la apatía, la desgana, el sentimiento de inutilidad, el «tirar la toalla», la ansiedad y la depresión. El género humano es más débil que nunca; sin embargo, tenemos que mirar al mundo con la certeza de la salvación que nos proporciona Jesucristo. El Evangelio de hoy es muy apropiado para meditar sobre estas cuestiones.
Con mis mejores deseos de paz y bien, buen día.
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (san Mateo 11, 28-30)