A finales del año pasado se desató el interés por la IA generativa, es decir, un sistema de algoritmos que nos permite preguntar cualquier cosa desde nuestro ordenador, tableta o teléfono móvil y obtener respuestas instantáneas, así como escribir textos y desarrollar imágenes y vídeos. No es algo nuevo, ya que se utiliza desde hace al menos veinte años de forma restringida para uso civil y militar; pero ahora (evolución del mercado), lo popularizan y ofrecen acceso a todo el mundo a través de herramientas como GPT Chat y otras.
El asunto no es menor y desde el mundo educativo, por ejemplo, se están señalando los riesgos, ya que cualquier alumno puede utilizarlo y realizar trabajos de escritura u otros con el mínimo esfuerzo.
Afecta también a todos los sectores profesionales, incluido el sanitario y, de paso, la salud mental de las personas.
Otro aspecto preocupante, sobre todo para proveedores y desarrolladores de sitios web, medios de comunicación, empresas y, en general, cualquiera que tenga una página personal en Internet o una web profesional, comercial, etc., es que esta tecnología generativa hace innecesario busca información página por página, ya que el sistema te la proporciona como si estuvieras manteniendo una conversación por chat. Algunos expertos han criticado que comete errores; sin embargo, día a día estas herramientas acumulan información, aprenden y brindan información más refinada. Puedes escribir libros, poemas, ensayos, hacer vídeos de una calidad increíble, etc. Es cierto que Google, el buscador más utilizado, ha anunciado que al final de cada chat incluirá enlaces a las fuentes que ha utilizado la IA. ; pero ¿quién irá a esos sitios cuando ya tienen las respuestas? En la misma linea, las redes sociales, sobre la que estoy escribiendo en primer lugar, están preparando el acceso a esa IA. El objetivo es claro: no salir de la red, aquí tienes toda la información necesaria. No mires afuera. Y probablemente muy poca gente lo hará, tenemos tendencia a hacer el mínimo esfuerzo, lo que tendrá consecuencias en el ámbito económico, en la gestión del tiempo, en nuestra relación con Internet, en la creatividad, en la forma de relacionarnos, incluso en la política. y prácticas religiosas, etc.
Por supuesto, estas innovaciones tecnológicas tienen sus pros y sus contras y se requiere un marco legislativo sobre propiedad intelectual, así como definir cuestiones éticas. Insisto, no es un tema para ignorarlo. De hecho, el Parlamento Europeo se está ocupando de ello.
En cualquier caso, los cambios que se avecinan son de gran calado. La IA modificará -ya lo está haciendo- la forma de trabajar si le sumamos el creciente y rápido desarrollo de los sistemas autónomos, la robotización, etc. Muy pocas profesiones no se verán afectadas, ya sabes, la de cuidar ovejas, tener una huerta, artesanías y cosas así. Es una revolución tecnológica que marca un nuevo escenario para la humanidad. No es ciencia ficción, como algunos pueden pensar.

Por JL. Nava

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